miércoles, 25 de julio de 2012

Unplugged

     Una semanita desenchufado del mundo, intencionadamente  sin televisión, sin radio, sin internet. He intentado alejarme de los problemas laborales, de la prima de riesgo, del posible rescate del país y sus consecuencias. Abandonar un poco la rutina de los aguiluchos, del calor sofocante y el no poder dormir por las noches. Para ello tomé rumbo norte, a las tierras de mis mayores, hasta topar con el mar Cantábrico, con sus mareas, sus brisas y las bocingleras gaviotas patiamarillas, en la preciosa villa de Laredo.


     Como siempre, la primera escapada es al muelle, que es como dicen por aquí al puerto. No es el mismo que el de mi infancia, ahora es un gran puerto con pantalanes para que amarren barcos deportivos. Está aún muy desangelado, pocos barcos, añoro aquel vetusto puerto pesquero, espero que este nuevo no se quede únicamente en una gran obra donde enterrar un buen montón de dinero. Como decía, mi primera salida de casa fue el muelle, por allí, algo de actividad marinera se podía ver, con algunos barcos amarrados, una señora adobando las redes, las nasas de pescar nécoras apiladas a la espera de ser utilizadas, y algunos pescadores, en pequeños botes preparando los aparejos para al atardecer salir a la bahía a pescar jibiones, que son lo que en otros lugares llaman chipirones.


     Me he entretenido como siempre en fotografiar, o intentarlo como poco, gaviotas patiamarillas que son las más abundantes aquí, al menos en época estival. Es curiosa la inquina que por aquí tienen a esto bichos, me recuerda a la que se le tiene en nuestras sierras y arribes a los buitres, por poner un ejemplo. Por allí se va corriendo el bulo de que atacan al ganado vivo, que si no te vas te hacen frente y cosas similares que yo personalmente no he podido comprobar, ya que cuando encuentro una buitrada los animalicos no dejan que te acerques para hacerles fotos, en cambio todo el mundo conoce a alguien que ha visto cómo le comían una vaca viva y no les ha dejado que se acerquen a socorrerla. Por aquí corren rumores similares con respecto a las gaviotas, que antes estaban en el puerto y ahora ya se meten en el pueblo, que no les puedes dar la merienda a los niños en el parque porque bajan y se la quita, y cosas por el estilo. Ciertamente, las patiamarillas son unos pájaros de un buen porte, algunas de ellas son bastante confiadas, dejan que te acerques bastante, otras son muy osadas, pero, yo al menos no he tenido la fortuna de ver alguna que sea una temeraria, que no guarde una distancia de seguridad, o que entre a la comida sin tomar la debidas precauciones.

Dos jóvenes patiamarillas en el puerto.

Patiamarilla en la playa.

     Aunque desconectado, este veneno pajaril me "obligó" a salir telescopio en ristre, para lo que contacté con un ornitólogo local, cosa recomendable ya que conoce el terreno. Quedé con Ernesto Villodas, laredano de hecho y de derecho, a ver si me enseñaba algún alcaudón dorsirrojo. Quedamos prontito, había que volver al nido a cuidar de los pollitos. Salimos por Colindres, no hubo suerte en la búsqueda de algún gavión, sólo se dejaron ver algún bando de gaviota reidora, muchos jóvenes del año con su plumaje característico y los adultos perdiendo ya la librea nupcial. Se dejaron ver algunos archibebes, algun cormorán pasó volando, un bando de ostreros descansaba sobre una estructura de hormigón, chilló algún charrán y poco más. Nos encaminamos hacia Santoña, donde nos esperaba una pescadora en su posadero. Giramos hacia Escalante, con parada en la cantera, no vimos a los halcones, pero oímos a uno. Dedicamos unos minutos a observar las evoluciones de una familia de roquero solitario, afanados en tareas de caza. Por fin nos acercamos a los territorios de caza de los alcaudones dorsirrojos, pudimos ver individuos de varias familias diferentes, machos, hembras y juveniles. El tiempo y las obligaciones familiares apremiaba, así que después de un corto café, disparados para casa. En definitiva interesante mañana campera, y mucho más interesante la compañía, gracias Ernesto por tu tiempo y por poder habernos conocido en persona, no sólo a través de la actividad bloguera. El hace mejores fotos que yo, así que la crónica y las imágenes de esta salida las podéis ver en su magnífico blog "No sin mis prismáticos".

Ernesto dándole a los alcaudones.

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