viernes, 28 de junio de 2013

Creando afición.

     Hace unas semanas, mi hijo Álvaro me propuso el que nos fuésemos los dos a dormir al campo, con tienda de campaña. El tema salió de él, así que no podía dejar pasar la ocasión de que el veneno del campo fuese calando. Después de aplazarlo un par de veces por diversos motivos, por fin el fin de semana que le daban las vacaciones escolares nos marchamos.


     La preparación fue sencilla. Consulté con las autoridades para saber cómo andaba la legislación en materia de acampada libre, pernoctación en este caso. Preparé el material y poco más. El lugar elegido fue un soto a orillas del río Almar. Un lugar maravilloso, un soto bien conservado, con infinidad de pajarillos cantando sin cesar, en esta época con unos pocos más de mosquitos de los deseados. Tuvimos que tener muchos cuidado en no dejar la mosquitera abierta para que por la noche nos dejasen tranquilitos.

     En la zona crían entre tres y cinco parejas de aguilucho lagunero, así que aprovechamos también los paseos por los extremos del soto para intentar ver alguno de los pollos que hemos marcado allí esta temporada.

Pollo marcado de lagunero.

     Para Álvaro la verdadera aventura era el salir de casa, el montar la tienda y poder dormir en el campo. Así que ese era su objetivo y su momento más esperado. Disfrutó como lo que es, como un enano.



           Una vez montado el campamento, y aprovechando que el sol comenzaba su declive, dejamos la sombra del soto para dar un paseo por el exterior para poder disfrutar de una magnífica puesta sol.

Atardecer en la Ventosina, en primer plano campo de trigo, al fondo el soto del Almar.

     El ocaso marcaba la hora de buscar el saco e intentar dormir un poco. Una vez apagadas las luces pudimos disfrutar del magnífico concierto de los ruiseñores que nos rodeaban, pero nada que ver con la atronadora sinfonía de cantos que nos esperaba con el amanecer.

Preparandose para dormir.
     Creo que la experiencia de Álvaro, pasando la noche en pleno campo, campo salvaje, sin la domesticación de un camping ha sido muy positiva, más teniendo en cuenta que la iniciativa fue suya. Espero que esta semilla que poco a poco vamos plantando en el interior de nuestros hijos florezca en unos años y sepa respetar y amar la naturaleza y los animales y plantas que la comparten con nosotros.

4 comentarios:

  1. Que suerte tiene tu hijo, algunos nos hubiera gustado, el poder conocer la naturaleza del lado de nuestro padre, seguro fue toda una aventura para ambos, un abrazo.

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    1. Si que fue una aventura. A mí también me hubiera gustado conocer estas cosas al lado de mi padre. Por mi parte, intentaré seguir por este camino, al menos mientras me aguante el chaval.

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  2. Una iniciativa que seguro que vendrá seguida de muchas más pues, la educación ambiental (como las demás) comienza en el hogar y los padres son los responsables de administrarla correctamente.
    Al parecer, lo estáis haciendo muy bien.
    Un saludo de 'ojolince y sra.'

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    1. Intentaremos hacerlo lo mejor posible.
      Gracias por estar del otro lado y comentar.

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